Ya reconozco el idioma de las cosas,
el sonido trepidante en ascenso,
las gardenias rosas.
El lado oscuro de la propia cara que camina oculta y devela el foco limítrofe entre la espada
y la sangre marchita debajo de su regazo.
Ya no hay nada nuevo bajo el sol excepto lluvia.
La línea continua ha dibujado constelaciones primarias,
ojos fulgurantes de plata, nubes,
humos cristalinos de aurora. Al final final: el oro, material multiforme de segmentos constituyentes del mundo.