¿Qué azares del destino causan
que las aves sueñen infinitos?
Y que el mismo lenguaje, poseído
por un espíritu inconexo,
sea el espejo frente al espejo del Yo;
otro infinito.
Y las garzas, y las nieves,
los animales del campo, y las virtudes,
se despliegan como suspiros fríos, o muertos,
o malditos.
Y la mañana completa de verdad
surja como un prisma,
reluciente pedazo de nada:
proyecto, umbral y resquicio.